El microrrelato de los viernes: Dos relatos breves de Roque Larraquy

CONFITERÍA RICHMOND

BUENOS AIRES, 1952

En agosto de 1952 cuatro clientes de la confitería Richmond dicen sentirse observados al usar el baño. En septiembre, un cocinero del local abandona el baño a causa de un horrible graznido que brota de los orinales. Luego, contrae glaucoma.

El ectografista Martín Rubens registra la imagen de un pato espectral con el cuello quebrado asomando entre dos mingitorios. El cocinero lo reconoce. Dice haberlo horneado tras una larga persecución. Rubens ironiza sobre la memoria del cocinero: “Conserva en ella todo los muertos de su cocina”. Le explican que la confitería raramente sirve pato. La escena de su preparación es inusual y fácil de recordar.

El glaucoma empeora. Se habla de una venganza del pato. Rubens, promotor de la ectografía animista, comenta que se trata de un espectro con sentido del tiempo: “Para macerarse en rencor necesita una memoria, y para vindicarla requiere un futuro, o una idea de futuro”. Julio Heiss señala que tales percepciones no se corresponden en grado alguno con las de un pato, vivo o muerto.

FAIRY

BUENOS AIRES, 1938

El licenciado Fairy tiene la habilidad de tragarse una rana viva y hacer que las patas delanteras asomen por los agujeros de la nariz. La gracia no supera el minuto; durante ese lapso la rana se refriega con deleite contra la campanilla del licenciado, liberando una sustancia que humecta el conducto. Conforme el numerito se repite en cenas, asados y un vernissage inolvidable, la garganta de Fairy, expuesta a las emisiones química del anfibio, alcanza un alto nivel de lubricación.

Su esposa lo abandona. Esto conduce al licenciado a un pico de exposición social. Repite su acto con el guante de un amigo. Se mete la mano en la boca y saluda con los dedos desde su nariz, pero el público pide una rana. La saca de una lata, deja que sola le salte a los labios, se los cierra en la cabeza y la absorbe. Por error, el viaje concluye en el estómago. La concurrencia se entrega a comentarios en torno al tracto digestivo de Fairy. Algunos sugieren purgantes, otros una visita a un médico de guardia. Otro compadece a la rana. Con la rana desovándole en las tripas, Fairy asiste a la destrucción de su vida social.

Esa misma noche vomita los huevos y se toma el trabajo de enviarlos en una probeta a su ex esposa por correo. Las manos de la mujer se vuelven viscosas apenas abre la probeta. A causa de esta afección, que resulta ser crónica, ya no puede tocar a nadie. En las ectografías de la Colección Solpe se las ve cubiertas por un banco de renacuajos en fulgor de 3 a 5 watts.

ROQUE LARRAQUY (Buenos Aires, 1975). Los relatos pertenecen al libro “Informe sobre ectoplasma animal”, ilustrado por Diego Ontivero (Eterna Cadencia, 2014).

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A continuación, se puede escuchar al autor leyendo algunos relatos en el ciclo de arte SIGA AL CONEJO BLANCO (www.sigaalconejoblanco.com).