Hija secreta de Carlos V°
En ocasión de la conferencia que tuvo lugar el pasado 21 de marzo, en el Salón de Actos del Instituto Cervantes, atestado de personas, la profesora María Grazia Nico Ottaviani, de la universidad de Perugia y el investigador Andrea Margaritelli, de la Fundación Guglielmo Giordano, presentaron la vida y los avatares de Thadea, hija ilegítima del emperador Carlos V°, cuya historia quedó oculta en el Archivo Nacional de Simancas durante quinientos años, y recientemente ha visto la luz gracias al descubrimiento de documentos inéditos.
El cuento, enriquecido por muchos pormenores y con el soporte de un documental, permitió a los espectadores admirar los antiguos documentos, hermosamente embellecidos, en los bordes, con imágenes de color: flores, pájaros, mariposas, etc.
En los primeros años del siglo XVI, una joven doncella, Orsolina della Penna, llamada también la hermosa “Pennina” por su deslumbrante belleza, viajó a Flandes junto a su marido Valentino de’ Cancellieri, que evidentemente consideraba inapropiado dejar a solas su joven esposa durante mucho tiempo. Al llegar a Bruselas, Valentino enfermó y falleció. Orsolina, probablemente ayudada por su atractivo, logró entrar en contacto con la Corte Real, donde conoció al joven Carlos V°, apenas veinteañero y con el que, no obstante la ausencia de un idioma común, se entendió perfectamente. En la primavera de 1522 Orsolina se quedó embarazada.
Después de dejarla embarazada, en la segunda mitad de mayo, Carlos V° concluyó su permanencia en Bruselas y se marchó a Inglaterra y luego a España. También Orsolina tuvo que regresar con apremio a Italia, solicitada por sus tres hermanos, preocupados por los rumores que empezaban a circular en Perugia a causa de su larga ausencia, la misteriosa muerte del pobre Valentino y por los peligros a los que estaba expuesta una joven e indefensa viuda en un país tan lejano. Carlos V° mandó que Orsolina fuera escoltada durante su regreso Italia y acompañada por una mujer de su confianza, Juana de Borgoña, que quedándose a su lado toda la vida, la asistió durante el alumbramiento y se hizo cargo del recién nacido.
Orsolina retrasó a propósito su regreso a Perugia, para no mostrar su embarazo, y el grupo de viajeros, escoltado con discreción por los soldados imperiales, se demoró en Bolonia y fue alojado, con mucha privacidad, en el palacio de los hermanos Pirro y Ercole Malvezzi, noble familia de Bolonia, y aquí Orsolina dio a luz a una hija llamada Thadea, el 23 de enero de 1523. Cuando estuvo en condiciones de reanudar el viaje, Orsolina se apresuró a regresar a Perugia, donde llegó como viuda aún joven y atractiva, pero mantuvo oculta su reciente maternidad, para no excluir una segunda vida matrimonial. Thadea se quedó en Bolonia con la nodriza Borgoñona, el tiempo necesario para poder afrontar con seguridad el viaje a Perugia, cerca de la madre, pero manteniendo el secreto sobre la relación.
En un segundo momento se descartó la idea de llevar a la niña a Perugia, donde hubiera sido difícil mantener el secreto y, gracias a la colaboración de las damas Francesca de Pandolfo Petrucci y de la cuñada Elisabetta Baglioni Orsini, para el crecimiento de Thadea se eligió el Monasterio de San Lorenzo, cerca de Collazzone, histórico feudo de la familia Baglioni Orsini. En este lugar la hija del emperador, jefe de un reino donde “nunca se ponía el sol”, fue educada manteniendo celosamente su secreto. La vida monótona del Monasterio se vio interrumpida de vez en cuando por las fugaces visitas de Orsolina, en raras ocasiones llegó, también, un hombre de confianza de Carlos V°, para entregar mensajes y dinero a Juana de Borgoña y recibir noticias sobre Thadea.
En los primeros meses del 1530, Carlos V°, durante su permanencia en Bolonia para recibir la corona de rey de Italia y emperador del Sacro Romano Imperio, quiso conocer a Thadea y mandó traerla ante él, sin informar a su madre. En aquella época Thadea tenía 7 años y había siempre vivido en el Monasterio de Collazzone, por lo que es fácil imaginar el asombro de la niña al ser catapultada a una Corte Real, frente al emperador más poderoso del globo.
La única certeza que tenía Carlos V° de estar frente a su verdadera hija se basaba en la garantía de la presencia de Juana de Borgoña, que desde su nacimiento la había cuidado y protegido. El emperador se dio cuenta de que era arriesgado continuar confiando en la nodriza por lo que hizo tatuar un sello indeleble y secreto (un trigrama IHS), en la parte exterior de la pierna derecha de Thadea, que la acompañó siempre como signo inconfundible de reconocimiento.
El 13 de diciembre de 1532 Carlos V°, procedente de Viena, encabezando un cortejo de 800 caballeros y 4000 soldados de infantería alemanes, entró en Bolonia para encontrar al Papa Clemente VII°. En esta ocasión, el emperador aprovechó para ver de nuevo a su hija. No se sabe si fue aquella vez que Carlos V° hizo retratar a Thadea por uno de los muchos pintores presentes, como Tiziano y el Parmigianino. Algunos años después, la fiel e infatigable Juana de Borgoña murió a Collazzone, y la custodia de Thadea fue encargada a una monja de nombre Battista, probablemente según instrucciones d el emperador. Parece que la nueva tutora no estuvo a la altura de su predecesora, y en la primavera de 1536 Thadea, apenas treceañera, fue sacada a la fuerza del Monasterio, por los hermanos de Orsolina, para casarla, por razones de interés, con Sinibaldo dei Coppeschi de Montefalco.
Cuando Carlos V° recibió de la madre de Thadea la noticia de la boda, reaccionó con gran irritación, porque no consideraba el esposo a la altura de su rango. La hija de un rey, aún si ilegítima, representa un recurso precioso, tiene que ser manejado con prudencia y utilizado para fortalecer las relaciones diplomáticas. Además, la noticia llegó en el momento que el emperador tuvo que trasladarse a Nápoles para asistir a la boda de otra hija ilegítima, Margarita de Austria con Alessandro de’ Medici, supuesto hijo natural del Papa Clemente VII°, que se celebró el 29 de febrero de 1536.
Al regresar a Roma, Carlos V° se apresuró a escribir una carta a Orsolina, fechada 13 de abril de 1536, donde expresó su desaprobación y su ira por el hecho de no haber sido avisado con antelación. A pesar de lo cual, le comunicó que con el mismo mensajero le enviaba tres mil escudos de oro para su hija Thadea.
El emperador escribió la carta en francés, un idioma que Orsolina no conocía, por eso al final añadió en Italiano: “ …la farete leggere a fra Agustino et anche l’altre che vi manderó…”
Mientras tanto la vida matrimonial de Thadea y Sinibaldo continuaba entre el palacio de Montefalco y el palacio de Plaza Navona. La felicidad de la pareja duró poco a causa de la inesperada muerte de Sinibaldo. En la misma época muere también Orsolina, quizá envenenada por sus hermanos. Thadea (27 años), viuda, sin otros vínculos familiares, con ocasión del Jubileo de 1550, se trasladó a Roma, donde conoció fraile Pedro, su guía espiritual, que luego se reveló ser hombre de confianza de Carlos V° y portador de sus mensajes personales.
El 21 de septiembre de 1558 Carlos V° falleció en el monasterio de Yuste, interrumpiéndose así toda relación de Thadea con la Corte de España. Fraile Pedro desapareció pronto y, al parecer, no mantuvo la obligación del silencio, por lo que la noticia del verdadero origen de la mujer se difundió en los ambientes religiosos y nobles. Thadea, libre de la obligación moral hacia su padre, intentó recolectar testimonios escritos que pudieran confirmar que ella era hija natural de Carlos V°. El 12 de octubre de 1562, Thadea (40 años), escribió una larga carta al rey Felipe II° para obtener tan deseado reconocimiento, entregó el documento a Camillo Enobarbo, un caballero romano, que pidió y obtuvo una audiencia privada con el rey. Al final, Don Gonzalo Pérez, secretario de Felipe II° y antes de su padre, puso la carta en un contenedor reservado, junto a otras cartas autografiadas por Carlos V° y a otra carta de Thadea, en la que rezaba a su poderoso hermanastro a no ocultar la verdad, no queriendo ella ni fama ni riqueza. No se conoce la respuesta, si alguna vez la hubo. Thadea murió poco después, sin haber revelado al mundo su secreto, respetando la voluntad del padre. Presumiblemente murió en Roma, en circunstancias que todavía hoy permanecen envueltas en el misterio.
La conferencia se concluyó con la lectura de la última “angustiante” carta enviada por Thadea al rey Felipe II, efectuada por una joven actriz de “Piccolo Teatro”.