
Podríamos decir que Ortega y Gasset es, en cierto modo, un filósofo de la premonición. O al menos, algunas de sus obras, leídas hoy, no pueden dejar de sorprender, cual si de acertados vaticinios se trataran. Una de estas obras es La rebelión de las masas, tan válida hoy (o más) que cuando se publicó. Lo que defiende Ortega en su tesis —quien evolucionó de un neokantismo al denominado raciovitalismo (mixtura de improntas varias)—, más allá de un cierto planteamiento elitista propio de su época, no deja de ser un hecho o, si se prefiere, una mera descripción de un fenómeno social imparable. Lo cual no significa que redunde necesariamente en una mayor clarificación dialéctico-histórica.
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