
SILVIA ZANETTO (Venezia, 20 de Marzo de 1961)
LAS MIRADAS DE MIS PADRES
Cuando elegí la fotografía de mis padres para el nicho del cementerio, una foto de cuando todavía estaban vivos y juntos los dos, y además tan jóvenes, no pude darme cuenta de nada de todo esto. Pero ahora, cuando llego, veo que desde su altura la imagen de mi madre me mira directamente a la cara y sonríe inmensamente, aunque yo no tengo ningún recuerdo de una sonrisa suya, en la vida real. La mirada de papá, en cambio, tiene una expresión más seria: siempre me he preguntado qué estaría pensando. No me observa, sino que parece vigilar algo lejos. Me vuelvo atrás y me doy cuenta por primera vez de que, por ese lado, está la escuela en la que estudié de chica y trabajé hace años. Así que él siempre me había acompañado con su mirada, durante todos estos años.
Todo ha cambiado tanto parece que son ellos mis hijos ahora, pienso, mientras me alejo lentamente sin volverme atrás.
EL SUEGRO
A veces, al cementerio la acompaño yo, cuando mi marido no puede.
Para ella es difícil caminar, se apoya al bastón y tiene poco equilibrio, pero nunca renunciaría a ir a ver a su esposo. En la foto, él es tan joven que ella, ahora, podría ser su madre.
Delante de la tumba ella se agacha, yo la sostengo con el brazo para que no se caiga, ella acaricia la foto de mi suegro y le da unos besos. “Concédele, Señor, el descanso eterno”, reza. Luego, le habla en voz baja de cosas que es correcto que yo no escuche.
Yo, en cambio, simplemente le digo a la foto: “Hola”. Pero eso me cuesta mucho, porque cuando él se fue, yo apenas había empezado a tratarle de tú.
