Kassel no invita a la lógica (SEIX BARRAL Biblioteca Breve)
Una extraña llamada interrumpe la rutina de un escritor. La enigmática voz femenina al otro lado de la línea le dice que los McGuffin quieren invitarlo a cenar para desvelarle la solución al misterio del universo. Pronto descubrirá que se trata de una convocatoria para participar en la Documenta de Kassel, la mítica feria de arte contemporáneo, donde su cometido será convertirse en instalación artística viviente y sentarse a escribir cada mañana en un restaurante chino de las afueras.
En Kassel, el escritor comprueba sorprendido que su estado de ánimo no decae al atardecer y que, en cambio, el optimismo lo invade mientras pasea impulsado por una energía inagotable que late en el corazón de la feria. Es la respuesta espontánea e imaginativa del arte que se levanta contra el pesimismo.
Con humor, hondura y lucidez, Enrique Vila-Matas cuenta la historia de una gran expedición: la del paseante solitario que, rodeado de rarezas y maravillas, se atreve a traducir un idioma que no conoce, participa en bailes invisibles, pernocta en su particular tierra prometida y, finalmente, encuentra un hogar en el camino. Desde su terraza de Kassel, este paseante nos invita a ver el mundo desde otro ángulo y desvela la esencia misma de la literatura: la razón, la verdadera razón, para escribir.
Enrique Vila-Matas nació en Barcelona en 1948. De su obra narrativa destacan Historia abreviada de la literatura portátil, Suicidios ejemplares, Hijos sin hijos, Bartleby y compañía, El mal de Montano (Seix Barral, 2012), Doctor Pasavento, Exploradores del abismo, Dietario voluble, Dublinesca (Seix Barral, 2010), Chet Baker piensa en su arte y Aire de Dylan (Seix Barral, 2012). Entre sus libros de ensayos literarios encontramos Para acabar con los números redondos, Desde la ciudad nerviosa, Aunque no entendamos nada, El viento ligero en Parma, Perder teorías (Seix Barral, 2010) y El viajero más lento. El arte de no terminar nada (Seix Barral, 2011). Traducido a 32 idiomas, ha obtenido un amplio reconocimiento internacional y ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de la Crítica, el de la Real Academia Española, el Ciutat de Barcelona, el Herralde de Novela, el Fundación Lara, el Leteo, el Argital, el del Círculo de Críticos de Chile, el Meilleur Livre Étranger, el Fernando Aguirre-Libralire, el Médicis- Roman Étranger, el Jean Carrière, el Ennio Flaiano, el Elsa Morante, el Mondello, el Bottari
Lattes Grinzaine y el Gregor von Rezzori. Es chevalier de la Legión de Honor francesa, pertenece a la Orden de Caballeros del Finnegans, y es rector (desconocido) de la Universidad Desconocida de Nueva York (McNally Jackson).
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Yo conocía a Enrique Vila-Matas, solo por el nombre y por haber leído alguna que otra columna suya en El País. Hace unas semanas mi nieta, que estudia Bellas Artes, me dijo que tenía que hacer un trabajo de comentario de texto de tres capítulos de una de sus obras: «Impressions de Kassel» que sería el título de la traducción en francés de «Kassel no invita a la lógica». Por este hecho decidí hacer una lectura rápida de esos capítulos 13, 14 y 15 y me quedé enamorado del texto. Por supuesto lo releí inmediatamente en castellano pero esta vez empezando desde el principio y leyéndolo del tirón hasta el final.
Es una novela, o más bien un relato autobiográfico construido como una novela. El estilo es muy sencillo, el lenguaje fluido y el texto se divide en 70 pequeños capítulos. Cuando terminas uno, te quedan siempre ganas de empezar el siguiente como si fuera una novela policial lo cual es curioso teniendo en cuenta que el argumento: la exposición de arte contemporáneo «Documenta», la más famosa junto a la bienal de Venecia. Esto lo sabía, lo que no sabía era que tenía lugar en una ciudad llamada Kassel, capital del Landgrave de Hesse, prácticamente en el centro de la República Federal Alemana, una ciudad estupenda según las fotos que he visto.
Enrique Vila-Matas es un hombre de 66 años, escritor famoso, que tiene curiosidad por el arte contemporáneo. Yo tengo 70, no soy famoso, pero me interesa también el arte, y no rechazo en ningún modo el arte actual sea en la disciplina que sea, así que, en ese sentido, me identifico con él. El modo en el que nos cuenta su experiencia es encantador. Nos da la posibilidad de vivir con él esta exposición, con un relato humilde y humano que nos dice todo, sus dudas, sus experiencias, su estado de ánimo…, pero también sus preguntas y sus reflexiones sobre el arte, hasta los pormenores de sus relaciones con el equipo curatorial. A mi me apasionó, despertó mi curiosidad y me tuvo en vilo, pero como él, me interrogué también sobre el papel del arte en la sociedad en general y en la nuestra, en particular, que está sufriendo una crisis esencial.
“En arte no se innova, eso ocurre en una industria. El arte ni es creativo ni innovador. Eso dejémoslo para el mundo del zapato, de los coches, de la aeronáutica, es un vocabulario industrial. El arte hace, y ahí te las compongas. Pero el arte, desde luego, ni innova ni crea.”
Eso lo dijo en una entrevista Chus Martínez, la curadora que invitó a Vila-Matas.
«Colapso y recuperación» era el tema de Documenta 13, elegido por Carolyn Christov-Bakargiev, la organizadora, pero a mí como transmite Vila-Matas en su novela, la reflexión de Chus Martínez me convence más.
«El arte hace, y ahí te la compongas» es en mi opinión una definición del poder del arte. A menudo al artista no le gusta hablar de su obra, es su obra la que habla por él. Lo que puede hacer el arte nace de la relación que se establece entre el artista y el público, y de la emoción que ésta puede provocarle. Por este motivo no me gusta visitar una exposición con una guía como tampoco leer un libro, ver una película o escuchar una obra musical leyendo antes los comentarios didácticos.
Dos de las «instalaciones» que impresionaron más a Vila-Matas fueron:
- Tino Sehgal: This Variation, “un espacio en tinieblas, un lugar escondido en el que una serie de personas esperaban a los visitantes para acercarse a ellos y, si lo creían oportuno, cantar canciones y ofrecer la experiencia de vivir una pieza de arte como algo plenamente sensorial”. El lema principal de Sehgal era “Cuando el arte pasa como la vida”. Como esta obra estaba instalada en un anexo de su hotel, Vila-Matas la visitó cada día que estuvo alojado allí durante su estancia en Kassel.
- Ryan Gander: The Invisible Pull (El impulso invisible). Dice Vila-Matas: “aquella brisa etérea que parecía empujar levemente a los visitantes y darles una suave fuerza inesperada, un ímpetu suplementario.”
De hecho, eso mismo es lo que nos cuenta el autor: el optimismo y la energía inagotable que le transmite su aventura en Documenta 13, quizás para enfrentarse con obras más acordes al tema de la Exposición «Colapso y recuperación» y su cita tan esperada con Chus Martínez. La obra que se comentó más era:
Pierre Huyghe: Untilled, está compuesta por un estercolero para la producción de humus, una estatua de mujer recostada sobre un pedestal con la cabeza llena de abejas vivas y reales. Además por el humus se movía el galgo mediático, el esbelto y muy flaco perro de la pata pintada de rosa.
Comenta Vila-Matas: “Entre el humus —es decir, todo lo que se obtiene de forma artificial por descomposición bioquímica en caliente de residuos orgánicos— se movía el galgo mediático, el esbelto y muy flaco perro de la pata pintada de rosa.”
Por último cito una parte de las reflexiones de Chus Martínez durante su cena con Enrique Vila-Matas, que comparto plenamente:
“No creo que la gente tenga ningún problema con el arte, en general no tiene ningún problema con la cultura, el problema lo tiene la política, que no sabe muy bien qué es la cultura. Que cuando no hay dinero simplemente la tratan como si fuese un plus, ¿no? Y ésa también es la lógica que hay que cambiar. Si los artistas son intelectuales, desde luego no son un lujo. Son una necesidad. Es más, […]”.
Estas citas son algunos ejemplos del contexto en el que escribe y reflexiona el autor, pero esto nos lo transmite tal y como lo está viviendo él, en un modo que calificaría de brillante.
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