Una mujer o todas la mujeres, el centro de la tierra que está en cualquier parte, los espejos o lentes de la memoria, la luna; incidentalmente Ícaro, que confunde las llaves de los palacios. La materia de los nombres religiosos; el tiempo, soñador de incidentes y de mapas.
Este libro de citas abundantes declara que le faltan o le sobran páginas para acometer el empeño de ciertas devociones, de ciertos temores y de ciertas anáforas. Supone que el improbable lector determina su pertinencia sobre el poroso papel manila.
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Félix Blanco
Nacido en Asturias a la escritura y demás vivencias, Félix Blanco reside actualmente en Fráncfort. También lo hizo en Argel, Toulouse, Atenas, Manila, París y Milán trabajando para el Ministerio de Asuntos Exteriores y para el Instituto Cervantes, y viajó por la memoria y otras ciudades del mundo.
Ha publicado MANILA, Premio de la crítica de Asturias de narrativa 1999, y los poemarios PERÍPTERO (2000), AIRE (2001), AGUA (2003), FUEGO (2003) y TIERRA (2006), en papel.
En formato eBook (www.felixblanco.org) bajo la rúbrica Poemas a 0, (a cero coma) y en la tienda de libros iBooks SICILIA 1-X-2 (2012), CRISIS (2012), EL SALTO (2013) y MANILA (2014).
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Publicamos aquí una entrevista a Félix Blanco que realizó en junio del 2014 Valeria Correa Fiz, que colabora asiduamente con nuestras revistas digitales Aire Nuestro y Los Amigos de Cervantes; suyas son las columnas “El microrrelato de los viernes”, “Poemas escogidos” y “Cuentistas recomendados”. En esta fecha non estaba aún disponible la segunda parte de Manila.
Publicaremos próximamente otra entrevista introductoria de ese segundo volumen no publicado en papel.
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ENTREVISTA A FÉLIX BLANCO
1. Entre las características principales de Manila, destaco la fragmentación, la interdisciplinaridad, el énfasis en la sobresaturación de las referencias culturales, así como la mezcla de la llamada “alta” cultura y la cultura popular y mediática. Manila está poblada por personajes que vienen y van y no entienden de nudos ni desenlaces. Podría decirse que estamos ante un número de historias que se sabe cómo empiezan pero no cuando terminan, como si fueran postales o pequeños momentos de contemplación del narrador. Teniendo en cuenta lo anterior, la primera pregunta obligada refiere al género. El narrador de Manila en “Epílogo” la califica de novela inédita. ¿Estás de acuerdo con el narrador? ¿Es posible leer Manila desde las formas clásicas de mirar un texto?
Tu pregunta es respuesta. Lo inédito –contenido difuso del conocer, experimento- siempre está a punto de suceder. En toda narración somos activos y pasivos. Paradoja de la materia: cómo un lenguaje la afecta y es afectado por ella. La luz, la mirada escrutadora, es bifásica. Narrar en formato novela, es decir, en numerosas páginas, no es más que recordar aquello que se ha escrito con discutible control del resultado. Un libro, Manila, que se presenta en dos tomos (si la fortuna acompaña) consiente la usura o rapto de amor del menú que prefiera el lector hipotético.
2.- En “Gritos y susurros” leemos a la desesperanza hay que oponerle una estructura narrativa (…). Aquí, no; aquí se ama, se crea y se goza sin estructura. Pareciera ser una declaración de principios aplicable a toda Manila. ¿El realismo -en tanto recurso estilístico que se preocupa por presentar y representar un orden individual y social- puede captar hoy lo real? Si tu respuesta es negativa, ¿cuáles serían para vos las estéticas pertinentes para narrar el hoy?
“Hoy” necesita un tratamiento descosificado, una inversión del secreto personal o de Estado que oscurezca lo que se da por sentado y reitera todo un sermón de la montaña travestido. Poner patas arriba implica, sí, la voltereta, el momentáneo enceguecimiento, pero también otra lucidez. Miguel de Cervantes, en sus dificultades impresas y demás aventuras, declara saber quién es. Por ahí transita la realidad.
3.- Umberto Eco publicó hace ya casi cincuenta años un ensayo cuyo título (Apocalípticos e integrados) acabó por dar nombre a dos facciones enfrentadas en el entonces incipiente debate sobre “alta” cultura y cultura popular. Apocalípticos e integrados trataba de desenmascarar las falacias críticas de los que, por una parte, veían en la cultura de masas una anticultura que amenazaba con eclipsar al verdadero arte, necesariamente elitista (apocalípticos); y por la otra, los que celebraban la bonanza expansiva de la cultura popular sin reparar en sus efectos empobrecedores y mercantilistas (integrados). En Manila, encontramos un entramado no jerarquizado de la cultura popular y de la “alta” cultura así como de sus respectivas iconografías. En este sentido podríamos decir que Manila es como escalera de Escher, los escalones están desjerarquizados y ningún escalón conduce a un solo sitio concreto. ¿Podríamos considerar a Manila como una respuesta estética al ensayo de Eco?
Esa dialéctica es muy interesante, en el sentido de que no me parece que lo sea en absoluto. La ontología, vicio del ser (verbo del que abuso, discúlpame, porque escribo en este idioma) excursiona por un Danubio azul llevando en la mochila o en el recado de escribir la vieja catarata del realismo versus nominalismo y viceversa. No quiero decir que Eco desdeñe el empirismo, doctrina universitaria que adorna los billares con munición de efectos y de causas hasta la puerta giratoria de la transvanguardia. El Eco del péndulo y la rosa, que viene de Spinoza y de Borges, es el que más aprecio.
4.- En Manila hay muchas referencias a elementos pertenecientes al mundo de la informática tratados con una fina ironía -desde el test de Turing hasta un personaje que es una dirección de mail, y sobre todo, la referencia final, que no quiero revelar, en “Epílogo”-. ¿Hay más virus informáticos de los que tenemos en cuenta, sobre todo en lo que hace a la construcción de nuestra individualidad, memoria y lenguaje?
Evidentemente sí, y uno de los de mayor onda expansiva es el llamado falsedad; nada nuevo, por otra parte. Transgénica sería el vocablo que le conviene ahora a aquella contrafigura que atraviesa la piel que hospeda al lenguaje y la memoria. Como protección se me ocurre, por ejemplo entre otros, leer El perfume (PS).
5.- Jorge Luis Borges es un referente muy frecuentemente mencionado en Manila; entiendo que uno de los personajes (El zahorí) es un homenaje al escritor argentino. ¿Podrías decir en qué aspectos sentís que la literatura de Borges ha influenciado la tuya?
“Félix Blanco, autor de El jardín de senderos que se bifurcan” sería mi obra maestra o la cumbre de mis páginas. Sería. Mientras tanto indago en el relato del que soñó que soñaba.
6.- Otra referencia que recorre Manila toda es la música. En “Tifón” asistimos a la recreación del mito de la invención de la cítara (Detrás del viento, afortunadamente hallé el caparazón de una tortuga y le puse una cuerda que se extendía entre los bordes de la desesperanza, más por llenar un vacío que por compadecerla). ¿La música es un abrevadero para aquellos a quienes el lenguaje ha abandonado, para enunciar lo indecible?
Prefiero dejar tal y como suena en tus oídos la frase entera. Porque la música descompone las palabras, que son de socorro y de arena, y puede fosilizarlas, puede convertirlas en caracola, así como bufa el mar monótono valses de sal. Para milagro el oído demorado de la palabra bajel, pirata emocionalmente.
7.- En “El centauro Quirón” leemos, Para aplazar la muerte seguimos, como Sherezade, contando un cuento más cada noche. En un libro de historias acumulativas y trama abierta como Manila, ¿cómo encontraste la última historia, ese desahogo que te condujo a rencontrarte con el silencio?
Manila es papel poroso, papel de arroz. Sin agua dulce el arroz no florecería, no alimentaría a los espejos (no espejismos ¿vale?) En el papel Manila, sustancia reciclable como hay pocas, se entromete a veces algún centauro amargo, no médico Quirón sino aprendiz de brujo, charlatán. ¿Ante el silencio nuestro seguirá exaltando las bondades del hipermercado? Solo supe que el papel Manila se entristece oyendo palabras congeladas.
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