¡Este año la biblioteca del Instituto Cervantes se va de viaje!
Con motivo de la conmemoración de los 500 años de la primera vuelta al mundo de Magallanes y El Cano (1519 -1522), las bibliotecas de Milán, Nápoles y Roma han elegido como tema inspirador del año 2019 el VIAJE. En esta ocasión, tras el club de lectura sobre las Notas de viaje de Ernesto Che Guevara, haremos un viaje en la historia de Hispanoamérica con una selección del área de historia de nuestra biblioteca.
Eduardo Galeano
Las venas abiertas de América Latina (1971)
“La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones.
Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrota a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente de reservas del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación.
Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo.
A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra. (Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad).
Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno”.
Eduardo Galeano: Extracto de la introducción del libro ‘Las venas abiertas de América Latina
Manuel Lucena
Breve Historia de Hispanoamérica (2007)
Los últimos dos siglos recogen la verdadera Historia de Latinoamérica tras el largo periodo colonial de trescientos años que le sirvieron de prólogo. La mayor parte de esos trescientos años se dedicaron a expulsar a los gobernantes europeos del Continente, objetivo que se logró, casi totalmente, a fines del siglo XIX, cuando una nación continental, los Estados Unidos, asumieron el papel de gendarme neocolonial, dislocando el mapa del hemisferio con nuevas anexiones y alianzas e introduciéndolo luego en una ajena guerra fría. La desaparición de la URSS, la carrera por dominar los recursos energéticos y la tecnología para fabricar armas de largo alcance han terminado por devolver a Latinoamérica cierto sosiego para retomar sus problemas fundamentales de desarrollo socioeconómico, cultural y político con objeto de continuar, en el siglo XXI, la labor de fundamentar las estructuras de sus nacionalidades y de sus gobiernos, una labor que tuvo que interrumpir continuamente durante cien años por la ingerencia de factores exógenos.
Atlas Histórico de Latinoamérica (2009)
Francisco Colom González (ed.)
Modernidad iberoamericana. Cultura, política y cambio social (2009)
Durante largo tiempo la modernidad se ha entendido como un proceso unitario y acumulativo irradiado desde Europa. Este volumen parte del supuesto de que la modernidad no es la etapa final de un proceso gradual y cronológicamente ordenado: en realidad, no hay una modernidad canónica sino múltiples modernidades. Así pues, su propósito es actualizar la autopercepción cultural de las sociedades iberoamericanas y ubicar su evolución en los parámetros que delimitaron la modernidad occidental.
Cada semana, Ana López nos sugiere un libro o un tema que interesa a las y los usuarios de la biblioteca Biblioteca Jorge Guillén
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