Club de lectura: Dicen de Susana Sánchez Arins

Lunes, 27 de enero de 2020 18h

Dicen de Susana Sánchez Arins

Club de lectura
Coordinador:

Jean Claude Fonder

Biblioteca del Instituto Cervantes, via Dante, 12, primer piso


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PREMIO DE LOS LIBREROS DE MADRID AL MEJOR LIBRO DE FICCIÓN 2019 

Dicen es una historia familiar atravesada por la represión franquista.
Cuenta aquello que no está registrado en actas notariales, ni en periódicos, ni en libros,ni en archivos provinciales.
Cuenta el día día de un silencio que se hizo largo, muy largo, y que nos ha condicionado hasta ahora.
Dicen cuenta hechos reales en una red de voces acalladas durante generaciones, no está escrito desde la reflexión política, sino desde la justicia poética, es el relato contemporáneo de la postguerra española.

Dicen es un libro innovador. No es poesía, no es ensayo, no es narrativa corta y es todo a la vez. Escrito en secuencias cortas, recoge la memoria íntima de una familia y va reconstruyendo sus vida insignificantes para mostrar el terror de la represión después de la guerra civil. Conversaciones, poemas, cuentos, referencias ensayísticas, secuencias fragmentadas que el lector ordena en una historia impactante.

La narración arrastra al lector hasta el final por el ritmo, las diferentes voces, la autenticidad y la comprensión paulatina de por qué esa época está silenciada.

La autora habla de la justicia poética como una forma de dar vida a aquellos que no quisieron ser nombrados después de su muerte: los represores. Esta historia recupera sus nombres, sus maneras de actuar, sus personalidades, su poder. Y también devuelve la vida a aquellos que murieron en las cunetas o vivieron marginados: los represariados.

Es muy difícil hacer memoria histórica desde la política, sin embargo, la literatura es su espacio natural. Una obra original, con una enorme fuerza expresiva y con un punto de vista único descubierto por Susana Sánchez Aríns, una voz comprometida con la experiencia.

Susana Sánchez Aríns

Susana Sánchez Arins nació en 1974 en Villagarcía de Arousa, pero creció en Foxo, tierra adentro.

Estudió Filologías Hispánica y Portuguesa en la Universidad de Santiago de Compostela y obtuvo el DEA de Literatura Comparada.

Es profesora de secundaria.Estudió y trabaja en la escuela pública.

En 2008 ganó el XXI Premio Nacional de Poesía Xosé María Pérez Parallé con la obra (de) construçom ( Editorial Espiral Maior,2009), le siguieron los poemarios Aquilatadas ( Estaleiro Editora) en 2012.

En 2012 publicó Seique (Através Editora) y en 2018 la plaquette poética Carne da miña carne ( Editora Apiario) y el libro de relatos Tu contas e eu conto ( Através Editora).

FRAGMENTOS

éxodo

cada vez que la abuela gloria contaba algo del viaje a portarís, yo recordaba esa pelicula en la que hileras e hileras de carros con toldos de flores y lonas, porque solo llevaban mujeres y a robert taylor, cruzaban el desierto, los montes de utah, los de a rocha, anllada, santo andré de cesar, lantaño, paradela, hasta encontrar el ameno y edénico valle donde fundar una nueva estirpe. ignoraban las participantes de la conquista del oeste que era el mal quien guiaba los carros.

el diablo sobre ruedas. el tío manuel.

la abuela de los pepinos

nuestra casa sumaba tres abuelas. porque a las dos naturales teníamos que añadir a la tía ubaldina, la única hermana, además, de la abuela gloria, nacida en portarís. mi padre la quería como a una madre y siente hacia su primo y sus primas un amor fraternal, porque con ellos compartió más tiempo de juegos de infancia que con sus hermanos de sangre. a nosotras nos gustaba ir a lois a visitar a la tia ubaldina y al tío josé. su huerta era aún mejor que la de los abuelos de cea y mucho más divertida. la abuela gloria plantaba patatas, lechugas, tomates, repollos y nabizas, y ubaldina experimentaba con pepinos, pimientos de padrón y guindillas, tomatitos cherri y otras delicias que entonces no se veían en invernaderos ni en mercados transgenizados. durante años, cuando nos anunciaban la visita a lois, mi hermana pequeña la recibía alegremente con un ¡qué bien!, ¡vamos a ver a la abuela de los pepinos!

viveza

el vecino de la abuela gloria quería construir un almacén lindando con sus tierras. el vecino de la abuela gloria tenia dinero de origen delictivo, dinero de rico. cuando el vecino rico y delictivo le fue a pedir permiso para aprovechar el muro de la finca, la abuela gloria se mostró dubitativa. ay, tengo que hablar con mis hijos, no vaya a ser que les estropee la herencia. y no habló con mi padre, ni con rubio, ni con mon ni con jorge. ni siquiera con su marido, el abuelo ramiro. fue directa a su sobrino benito, que era abogado, y ya lo dice la palabra, especialista en vecindarios delictivos: pídele algo, a ver cuánto está dispuesto a pagar. y allá fue la abuela gloria, con un susurro temeroso, a lamentarse de los hijos tan recelosos que tenia, que no querían fiarse del señor. ¿y si lo que quería era robar algo de tierra? el vecino rico y delictivo ofreció doscientas mil pesetas por los derechos de servidumbre. pide más, dijo benito, él puede. y la abuela gloria lloró que tenía muchos hijos y el dinero no daba para repartir. el vecino pagó quinientas mil pesetas. y la abuela gloria compró una cocina nueva. mi padre se enfadó porque había dejado a sus hijos, así, sin comerlo ni beberlo, de roñosos aprovechados.

yo decidí que tenia la abuela más espabilada del mundo.

ingenuidad

la tía ubaldina era un pedazo de pan. mamá siempre nos contaba que cuando ella y mi padre ya estaban casados y nosotras éramos unas chiquillas, casi bebés, fueron de visita a lois. ya entonces mi padre se dedicaba a recaudar todo cuanto veía susceptible de ser coleccionado. y ese día se fijó en una plancha de las viejas, de las que aún se calentaban con brasas incandescentes. se la pidió a tía ubaldina. ella bajó la voz para que niños y niñas no la oyéramos y preguntó con desazón y echando mano de la lata de billetes y monedas de urgencia:
—dios mío, ¿no tenéis ni para una plancha? ¿cuánto dinero necesitáis?
mucho les costó a mis padres convencerla de que solo querían la plancha como decoración para la sala de estar.

yo decidí que la tía ubaldina era la mujer más cándida del mundo