Para un periodista expresarse correctamente es todo un logro. Un reto cuya superación está al alcance de muy pocos, al parecer. El otro día, un afamado y experimentado sedicente profesional del sector (no se trataba de un recién llegado o de un becario a medio hacer) pronunciaba imperturbable la siguiente frase, con todas las faltas de concordancia del caso: “Aquellos días fueron de los retos más difíciles que pueden tener un periodista”.
Para empezar, que alguien me explique cuál es el sujeto de “pueden tener”. Debería ser “un periodista”. Que yo sepa, esto está en singular, así que ya me dirán por qué el verbo lo ha conjugando en plural. ¿No sabe hablar el señor periodista? Evidentemente no.
Después, cabe preguntarse a qué complementa “de los retos”. Nos dice que “aquellos días fueron de los retos más difíciles”. Bueno, es que falta una palabra: “fueron uno de los retos más difíciles”.
Además, es obvio que ha empezado una frase que luego se le ha escapado de las manos, tanto por la sintaxis incoherente como por el léxico impreciso. “Tener un reto” es de una torpeza insoportable y delata la constante pobreza de vocabulario de estos supuestos profesionales de la comunicación.
En fin, el buen señor podría haber dicho, por ejemplo, “aquellos días supusieron uno de los retos más difíciles a los que puede hacer frente un periodista”. Sin embargo, dijo lo que dijo. ¿Consecuencias? Ninguna, por desgracia. Su reputación seguirá intacta, a pesar de haber demostrado una flagrante incapacidad para expresarse no ya brillantemente, sino tan sólo con corrección gramatical.

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