El microrrelato de los viernes: Tres relatos breves de Iris Menegoz

IRIS MENEGOZ (MILÁN)

CONFIDENCIAS NOCTURNAS

La noche baja sobre la colina del cementerio. La gente se ha ido, por fin

los muertos se relajan. Las tumbas de Ángela y de Juan están cerca, así que cada noche hacen una pequeña charla.

– ¡Hola Ángela!

– ¡Hola Juan!

– ¡Ni siquiera hoy han llegado! Hace ya dos meses que no llegan.

– Si Juan, lo sé.

– ¿Te acuerdas Ángela los primeros meses? Llegaban juntos, traían flores, y a veces algunas lágrimas.

– Si Juan me acuerdo. Tu mujer Sofia es muy linda y bastante joven.

– Si, también Ernesto tu marido es un hombre muy atractivo.

– ¿Ángela que estás pensando? ¿Estás pensando lo mismo que yo?

– ¡Me temo que si Juan!

– ¡Maldita zorra!

¡No Juan, no digas así! ¡Es que la vida es más fuerte que la muerte!

UN AMOR DIFICIL

El poderoso viejo diccionario que siempre está a mi lado cuando intento escribir en esta bendita lengua, se cayó del escritorio con un ruido sordo. Todas las palabras que contenía se fueran volando por mi habitación.

¿Cuánto tiempo aún te falta para aprender esta lengua «testa dura”? – Dijo el diccionario con voz autoritaria.

PROFESOR A.F.

A Sofia le gustaba un montón recorrer esta calle tan solitaria y espeluznante. Sofia era partidaria de los cuentos de terror, de misterio, de suspense. No conocía ningún miedo.

Un día doblando la esquina, se tropezó con una rara silueta. Un hombre altísimo, con un largo abrigo negro con capucha del mismo color, que le ocultaba la cara. Sólo le sobresalía una barba blanca muy precisa.

Se saludaron amablemente. El hombre tenía una voz profunda y dulce.

Le Contó a Sofia que era A.F. profesor de literatura griega y director de la biblioteca más antigua de Europa.

Sofia habló de su escuela y de su pasión por la literatura de misterio.

De repente, el profesor, mirando el reloj que Sofia tenía en su muñeca dijo:

– ¡Son casi las seis, tengo que irme! ¡Mi lugar está cerrando! Ha sido un placer hablar contigo. (No hablaba desde hace muchos años)

Se fue, casi desapareciendo.

Al regresar a su casa Sofia contó a su mamá el encuentro con el fascinante profesor A.F.

– Querida, – dijo la madre – lees demasiados libros de misterios. ¡El Profesor A.F. murió hace más de 30 años!