Rita la perrita

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Cuando me encargan la traducción de una novela, lo primero que me piden es que la lea para decidir si me parece bien traducirla. Me gustaría mucho no tener que leerla antes de empezar, sobre todo si se trata de una novela policíaca. Me gustaría contarle al editor que la leí y ponerme a traducirla descubriendo poco a poco sus secretos como lo hago cuando leo un cualquier libro por mi gusto.

Pero eso no es aconsejable. Una lectura previa es imprescindible por un montón de razones.

 Una es que los escritores son unos tramposos, juegan con el lector, y el traductor no puede caer en sus trampas.

Así que leyendo la primera vez la novela que me proponen me hago una idea de cómo resolver los problemas más llamativos que la historia plantea.

Pongo un ejemplo. En una novela que traduje el año pasado me encontré con un simpático sujeto: una pequeña perra blanca con manchas negras y marrones que la dueña, una mujer mayor, llamaba Rita. Ese apodo a mi me sonó raro de inmediato. Sin saber muy bien el por qué.

Durante la primera lectura me fijo en los nombres de los personajes. A veces tienen un sentido importante para el desarrollo de la trama y merece la pena encontrar un equivalente italiano.

Volviendo a Rita, su nombre me llamaba la atención. ¿Por qué Rita? ¿Tal vez por la rima: Rita la perrita?

orma caneEn la novela, la dueña le tiene mucho cariño a su mascota, le regaña, la mima mucho y la conoce muy bien. A Rita le encantan las caricias.

Un día, paseando por el parque, un amigo de la dueña, referíéndose a la perrita, comenta: «Me gusta su nombre».

Y la mujer contesta: «No es un nombre. Es un diminutivo…. De zorrita. De pequeña era una sobredosis de feromonas. Un zorrón.»

Total: Rita la perrita era Rita la zorrita ¡Mira tú qué bien! Así que me pasé el día buscando en un diccionario de sinónimos una palabra italiana con el mismo significado y cuyo diminutivo acabase en «rita». Como no encontré nada que me convenciera, propuse dos variantes a la revisora:

1) Llamar a la perra Nella la putanella, (en un primer momento había pensado en Etta la troietta ya que ambas son animales pero en mi idioma Etta no resultaba tan natural como Rita);

o bien:

2) dejar Rita y zorrita en original y poner, como de paso, entre comas, la traducción de zorrita en italiano. A lo mejor la segunda hipótesis era la más acertada.

Como no me gusta desvelar los finales, no diré aquí lo que eligió la revisora. Los lectores de esta columna (me cuentan que hay algunos) pueden disfrutar buscando su propia solución.

SILVIA SICHEL

Silvia Sichel

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