Ana María Shua acaba de recibir el Premio Nacional (Argentina) en la categoría Cuento por su libro Fenómenos de circo. Lo celebramos con esta pequeña selección perteneciente al libro editado por Páginas de Espuma. ¡Enhorabuena, Ana María!
Todo es relativo
Todo es relativo. En mi planeta ganaba concursos de belleza. Aquí soy un fenómeno de circo, dice con tristeza la hembra de Alfa Centauri, sacudiendo sus apéndices vibrátiles. Total, quién puede desmentirla.
Nudo gordiano
El carro de Gordias, rey de Frigia, estaba atado con un nudo tan complicado que nadie lo podía desatar. Según el oráculo, quien fuera capaz de deshacer ese nudo conseguiría conquistar toda Asia Menor. Solo Alejandro Magno fue capaz de encontrar la solución: cortó el nudo con un tajo de su espada. Pero este no es el caso, amigos, les ruego que tengan un poco más de paciencia, insiste la joven contorsionista, ante los hombres que la sacaron en andas de la pista y desde hace tres días están tratando de desanudarla.
El deseo secreto
En el fondo del corazón de cada niño, de cada madre, de todo espectador, anida el deseo secreto de ver caer al trapecista, de verlo destrozarse los huesos contra el suelo, derramada su sangre oscura sobre la arena, el deseo esencial de ver a los leones disputándose los restos del domador, el deseo de que el caballo arrastre a la ecuyère con el pie enganchado en el estribo, golpeando la cabeza rítmicamente contra el límite de la pista y para ellos hemos inaugurado este circo, el mejor, el absoluto, el circo donde falla la base de las pirámides humanas, el tirador de cuchillos clava los puñales (por error, siempre por error) en los pechos de su partenaire, el oso destroza con su zarpa la cara del gitano y por eso, como las peores expectativas se cumplen y sólo se desea lo que no se tiene, los anhelos de los espectadores viran hacia las buenas intenciones: asqueados de calamidades y fracasos empiezan a desear que el trapecista tienda los brazos a tiempo, que el domador consiga controlar a los leones, que la ecuyère logre izarse otra vez hacia la montura, y en lugar de rebosar muerte y horrores, el lugar más secreto de su corazón se llena de horrorizada bondad, de ansias de felicidad ajena, y así se van de nuestro espectáculo felices consigo mismos, orgullosos de su calidad humana, sintiéndose mejores, gente decente, personas sensibles y bien intencionadas, público generoso del más perfecto de los circos.
ANA MARÍA SHUA (Buenos Aires, 22 de abril de 1951).




Me encantó el resumen de Fenómenos de Circo, de Ana María Shua, presentado aquí, y creo que ese premio que ganó es bien merecido. Sí, todo es relativo, desde el punto de vista de cada ser humano y lo que se viva. Sobre el nudo gordiano, copio unos apuntes sobre este tema, originales de Robert Greene, de su obra Las 48 Leyes del Poder: «Alejandro Magno, antes de entrar en batalla con los persas, pasó por la ciudad de Gordion (Asia). En el templo principal de esa población había un antiguo carro atado con cuerdas hechas con corteza de alcornoque. Una leyenda decía que el hombre que pudiese desatar aquellas cuerdas – el nudo gordiano – dominaría el mundo. Muchos habían intentado deshacer el enorme e intrincado nudo, pero nadie lo había logrado. Alejandro al ver que no podría desatar el nudo sólo con las manos, desenvainó la espada y de un solo golpe lo cortó en dos. Ese gesto simbólico demostró al mundo que él no haría lo mismo que los demás, sino que se abriría su propio camino». Sobre el deseo secreto, creo que la mayoría de la gente que asiste a los espectáculos de los circos, siente temores de que suceda una tragedia. Ana María Shua expone esta circunstancia con una crudeza que no tengo porqué dudar, mucho menos opinar.
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Me gusto mucho, y me viene a recordar El Hilo de Ariadna pues es una manera de. Volver al principio sin atropeyos mayores.
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genial
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