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Originalmente publicado en Calle del Orco:
Yo creo que sí, yo creo que al escritor toda experiencia lo enriquece. A propósito de esto, pues, contaría una anécdota. Hace doce o quince años fui invitado a dar unas conferencias en la Universidad de Michigan & Harvard, en Estados Unidos. Yo nunca había sido invitado a dar conferencias ni en la Universidad de Michigan ni en ninguna otra Universidad y, por una especie de locura, acepté. Fui a pedir la visa a la Embajada de los Estados Unidos, me la dieron y me dirigí a Michigan. Allí, afortunadamente, yo llevaba un poco de miedo o mucho, todo por esa experiencia nueva, de cómo la iba yo a manejar. Afortunadamente, al llegar al aeropuerto de Detroit, las autoridades me detuvieron, no me dejaron pasar, vieron un libro, debe de haber habido un error muy grave de la seguridad en la Embajada de los Estados Unidos en México. Así que…
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Es increíble lo que le pasó a este escritor, tremenda confusión que desestabiliza e incomoda, y sin embargo, él estaba feliz porque esa aventura que vivió de ser retenido por tanto tiempo por confusión, en el aeropuerto de Detroit, pienso yo, le impediría dar sus conferencias en la Universidad de Michigan. Bueno, a la final, me quedó la interrogante de si pudo dar las benditas conferencias o no. Esa aventura de dictar conferencias sí es verdad que ha debido vivirla, porque es posible que hubiera podido matar su miedo escénico, que es lo que da a entender cuando sinceramente confiesa que sentía miedo por lo que se había comprometido hacer.
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