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Juan Ramón Jiménez (Moguel, 1881–San Juan, Puerto Rico, 1958)
«Escribir largo, ancho y seguido (tendido) es mucho más fácil (lo pueden intentar todos los que lo duden) que breve, corto y aislado (separado)»
(Ideolojía, 1897-1957)
ESTIO
Fue un amor momentáneo, sin pasado y sin porvenir; triste porque lo dio todo sin esperar nada, porque surgía porque sí. Viviendo a su alrededor y maltratando. (Juan Ramón Jiménez, ¿DM?) EL RAYITO DE SOL Al niño chico lo ha despertado en la cuna un rayito de sol que entra en el cuarto oscuro de verano por una rendija de la ventana cerrada. Si se hubiera despertado sin él, el niño se habría echado a llorar llamando a su madre. Pero la belleza iluminada del rayito de sol le ha abierto en los mismos ojos un paraíso florido y mágico que lo tiene suspenso. (Juan Ramón Jiménez) LA NIÑA ENGAÑADA Su madre le ofreció una naranja si hacía aquello que ella quería. La niña lo hizo con esfuerzo sonriente. Entonces la madre, carcajada soez de ojos y dientes, se comió la naranja y le tiró a la niña la piel. Juan Ramón Jiménez, Historias y cuentos (1900-1952), 1994 COMO EN UN SUEÑO Narciso iba paseando por el campo cuando, de pronto, vio que algo lo miraba. Juan Ramón Jiménez, Viajes y sueños ( 1915-1916), 2009 |
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Félix Rubén García Sarmiento.
Rubén Darío.
(Chocoyos, 1867 – León, 1916)
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NATURALEZA MUERTA
He visto ayer por una ventana un tiesto lleno de lilas y de rosas pálidas, sobre un trípode. Por fondo tenía uno de esos cortinajes amarillos y opulentos que hacen pensar en los mantos de los príncipes orientales. Las lilas recién cortadas resaltan con su lindo color apacible, junto a los pétalos esponjados de las rosas té. Junto al tiesto, en una copa de laca ornada con ibis de oro incrustados, incitaban a la gula manzanas frescas, medio coloradas, con la pelusilla de la fruta nueva y la sabrosa carne hinchada que toca el deseo; peras doradas y apetitosas, que daban indicios de ser todas jugo y como esperando el cuchillo de plata que debía rebanar la pulpa almibarada; y un ramillete de uvas negras, hasta con el polvillo ceniciento de los racimos acabados de arrancar de la viña. (Rubén Darío, Azul…, 1888 EL NACIMIENTO DE LA COL En el paraíso terrenal, en el día luminoso en que las flores fueron creadas, y antes de que Eva fuese tentada por la serpiente, el maligno espíritu se acercó a la más linda rosa nueva en el momento en que ella tendía, a la caricia del celeste sol, la roja virginidad de sus labios. (Rubén Darío, Azul…, 1888) EN EL PAÍS DEL SOL Junto al negro palacio del rey de la isla de Hierro—(ioh, cruel, horrible destierro!)— ¿cómo es que tú, hermana hannorriosa, haces cantar al cielo gris, tu pajarera de ruiseñores, tu formidable caja musical? ¿No te entristece recordar la primavera en que oíste a un pájaro divino y tornasol New York, 1893 (Rubén Darío, Prosas protanas,1897) |