El microrrelato de los viernes: Dos micros de (des)encuentros amorosos

SIN PASADO

Pasamos muy cerca el uno del otro, demasiado rápido, también; pisamos la línea continua y nos destrozamos, mutuamente, los retrovisores. Desde entonces ninguno ha podido volver a mirar atrás.

ANA VIDAL PÉREZ DE LA OSSA (Madrid, 1973)

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CHARDONNAY

Días tachados en el calendario con una equis gigante y un círculo perfectamente dibujado en un lunes cualquiera, de un mes cualquiera del año pasado. Te escribe y te dice vente conmigo. Una equis ahora en el martes y tú escribes y dices. Y caminas de camino. Qué barbaridad. Semáforos en rojo por la avenida, urracas mirando tu reflejo en los charcos. Saltas por los pasos de cebra, no puedes caer ante el vértigo, señor de blanco que te dice que.

Te llamó esta mañana, al otro lado voz de alquitrán, te dijo que fueses. Ya no te escribe. Cómo estás, ven a verme, lo pasamos bien, qué es lo que te ocurre. Escoges el vestido rojo de aquella tarde frente a la librería, él te espera de blanco, sentado, abierto, mirando el reloj. Así cada vez. Con el olor a café que habrá preparado ella, los truenos, las embestidas, la lluvia. Te vistes de nuevo, no te vayas, por qué tanta prisa, no me hagas enfadar. Al otro lado de la ventana una urraca te mira y echa a volar.

Dos kilos de naranjas llevabas el día que os encontrasteis en la esquina de tu calle y no de la suya. Ese olor a almohada agitada y otro perfume. Su sombra que saluda. Hola qué tal, desapareciste. Tu sombra que se arrastra y te reclama. Por qué no te paraste, mira que, siempre igual, desdichada. No vuelve a decirte nada y el zumo está amargo.

El segundero se desliza. Suena el timbre, aquí tiene señorita, muchas gracias. Abres el paquete. Una nota, caligrafía conocida, vocales que celebran aniversarios, lugares comunes. Vuelve. Y tú, te abrevias, te escondes en la caja y juegas a que nadie te encuentre. Hola no, no puedo ir hoy a trabajar. Estiras las piernas y no llegas a tocar esa pared de cartón, olor a pino. Vuelve. La caja se hace más pequeña, un gato juega con ella y te derrumbas.

Uno tras otro, los pasos que das hasta llegar a la mesa donde te está esperando. Camisa blanca, pantalones vaqueros, americana que abraza a la silla y escoge el vino por ti. Barba canosa que respira, ojos grises que te miran conociéndote. Exhalación anhelante. Tienes el pelo más largo, me gusta el color de tus labios. Tu mirada fija en la servilleta. Quiero la brocheta de verduras por favor. Cuánto tiempo, cómo te va la vida, recibiste mi regalo. Te roza la mano y en los oídos las urracas graznan pidiendo auxilio. El ombligo se revuelve solo, el restaurante pierde la luz y tú te ahogas en el Chardonnay.

SCHEREZADE GARCÍA (Salamanca, 8.12.1987)

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