ESPERANZA DE VIDA
Se entrenaban para estar muertos porque habían superado, hacía varios meses, la edad máxima decretada por el gobierno después de la última actualización de ese dato, que pasó de ser una falsa estadística basada en fríos cálculos matemáticos a una edad objetiva determinada por un asesor externo.
Los ancianos, aburridos, acataban con desgana las instrucciones de la funcionaria que marcaba el ritmo de los ejercicios, y ella no pudo reprimir un leve grito instintivo cuando Manolo, el más mayor de todos, le pasó una mano con suavidad por el culo
DEMASIADAS CONFIANZAS
Con nuestro mecánico de confianza siempre viajábamos seguros pues si teníamos un pinchazo en una rueda o la correa del ventilador hacía un ruido extraño o la electroválvula del ralentí nos jugaba una mala pasada y provocaba que el motor rugiera como poseído, siempre le teníamos a él que lo reparaba todo de inmediato y proseguíamos nuestro viaje sin tener que soportar innecesarias esperas, además a él no le importaba acurrucarse en el maletero justo detrás del hueco que dejaba el trolley y el neceser con los perfumes de mamá; decía, sonriendo, que allí se sentía como en casa.
FERNANDO MANUEL MANZANO (Madrid).
Muy buenos, Fernando. El segundo (Demasiadas confianzas) me recuerda a alguno de los míos, por el tono ácido irónico.
¡Enhorabuena!
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Muchas gracias Eva. Me gustaría mucho leer tus micros.
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