CIANURO
Muerdas o no muerdas el anzuelo por la boca morirás:
la ley del embudo no perdona. El veneno no distingue
entre capas geológicas. La existencia mineral es difusa,
profusa y confusa, la del veneno no. El veneno busca
y nos encuentra en tu doblez más ínfimo. No alcanza
con cerrar los ojos: la venda ya está en la boca. Morir
es cuestión de boquear aguas abajo, y un brillo de oro
comiéndote el pulmón: la asfixia empieza en la mirada.
(El antídoto está en el nervio del sustantivo, en su tendón
sin músculo y su pluma de silencio, en su hueso de volar).
TEORÍA DE CUERDAS
En el sótano de la luz cantan las costureras locas la canción
de lo que existe y no se ve: cosen y cantan; y lo que se ve
es papel de molde prendido al mirar por un alfilerazo cruel:
las puntadas se sienten en el revés del ojo, y no hay espejo
que diga la verdad: el traje siempre te quedará grande.
Lo carnoso de la vigilia nos ensordece: llamamos música
esto que el sueño sopla por el hueco profundo de su hueso,
y silencio al llamado de las sirenas de la fábrica de lo que hay:
esas obreristas que retuercen el espacio en diez dimensiones
(como pañuelo de llorar) y de cada mal paso hacen un mundo.
BRUNO DI BENEDETTO (Buenos Aires, 1955). Los poemas pertenecen al libro “Cámara de niebla”