El microrrelato de los viernes: Dos micros de Dante Liano

LA NOCHE DE SUÁREZ

Suárez se debatía en el entresueño cuando lo despertaron las garras bestiales de su mujer. Diez garfios calientes y fríos crisparon la madrugada. Suárez volteó, con fuerza, el cuerpo. Se logró destrabar los dedos, o casi todos. Vio, desde la inferioridad de su lecho, que su mujer insistía en la acometida, los ojos fulgurantes, babeando espuma. Montó sobre él, como en el acto y le encerró la garganta en un collar de deditos asesinos. Suárez se quitó una mano y se ocupaba de la otra cuando sintió la fuerza de un mordisco en la cara. Gustó el sabor de óxido podrido en la boca. Tiró la bofetada. Dio en el blanco; sin embargo, el estrangulamiento continuaba. Logró erguir el cuerpo, vencer la dominación, pero la hidra colérica volvía contra él, golpeando, atacando, asesinando. Era un gusanito retorcijante lleno de púas y hierro colado. Trató de retenerla. La mujer resistió y lo empujó. En la oscuridad que los ojos iban acostumbrando, Suárez vio los filos de las tijeras. Sintió el dulce penetrar en un brazo y el 1iquido caliente, posterior. Y le destrozó la cabeza a su mujer con la lámpara, sin poder preguntar por qué.

EL SÁTIRO SORDO

Ahora va a cerrar su maleta. ¡Qué mirada turbia de homosexual airado! Es un poeta. Tomará su valija liviana y saldrá con pasos de pajarito y modos de miráme y no me tentés a la puerta del hotel. Luego, camino de la estación en donde esperará, durante dos horas, el tren. Sentado en esa banca incomodísima, se acordará del día en que, hastiado de las metrópolis sofisticadas, abandonó la ciudad en busca de un pueblo que le diera bucólica paz. Encenderá un cigarrillo y, a través de las volutas, se verá llegar, con la misma maleta pero con una gran sonrisa, a la puerta del alcalde. Se recordará, frente al dómine de bigotes hirsutos, exponiendo sus virtudes de escritor, letrado y ganador de varios juegos florales. Vendrán a su memoria dos miradas: una, dulce, la de la hija melancólica de amores; otra, feroche, la del secretario municipal. El cacique, absurdamente ignorante, consulta a su hija la adopción de semejante marica y adivina la pasión que bulle en el bajovientre de la doncella. Por esta razón, volteado hacia el secretario municipal, ha escuchado la opinión que, sotto voce, dióle el asno. Para cuando el tren esté llegando, una débil lágrima asomará a los ojos del poeta, porque recordará al cacique de los bigotitos señalando, imperativo, hacia la puerta de la casa. Cierra la maleta.

DANTE JOSÉ LIANO QUESADA (Chimaltenango, 7 de´noviembre de 1948). Los micros seleccionados pertenecen al libro “Cuentos completos de Dante Liano”.