
FRANZ KAFKA (Praga, 3 de julio de 1883- Kierling, 3 de junio de 1924)
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DE NOCHE
¡Hundirse en la noche! Así como a veces se sumerge la cabeza en el pecho para reflexionar, sumergirse por completo en la noche. Alrededor duermen, los hombres.
Un pequeño espectáculo, un autoengaño inocente, es el de dormir en casas, en camas sólidas, bajo techo seguro, estirados o encogidos, sobre colchones, entre sábanas, bajo mantas; en realidad se han encontrado reunidos como antes una vez y como después en una comarca desierta: Un campamento al raso, una inabarcable cantidad de personas, un ejército, un pueblo bajo un cielo frío, sobre una tierra fría, arrojados al suelo allí donde antes se estuvo de pie, con la frente contra el brazo, y la cara contra el suelo, respirando pausadamente. Y tú velas, eres uno de los vigías, hallas al prójimo agitando el leño encendido que cogiste del montón de astillas, junto a ti. ¿Por qué velas? Alguien tiene que velar, se ha dicho. Alguien tiene que estar ahí.
LA PARTIDA
Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, le puse silla a mi caballo y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no sabía nada ni escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó:
-¿Adónde va el patrón?
-No lo sé -le dije- simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta.
-¿Así que usted conoce su meta? -preguntó.
-Sí -repliqué-te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta.

Oscuros ladridos II
Como un gallo negro, los oscuros y lejanos ladridos de un perro en la alta madrugada me despiertan. Estiro la mano y se hunde en el frío vacío de tu lado de la cama. Mis ojos intentan, inútilmente, perforar la ausencia. Me levanto y salgo a caminar en dirección de los ladridos. Camino y camino. A medida que avanzo los ladridos se van apagando. Se oyen cada vez más lejos. Hasta que el alba los extingue por completo. Entonces emprendo el regreso, esperando encontrarte en el lado vacío de la cama.
Autor: pedro Querales
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