Africano e inquieto, el viento esparcía sordas ráfagas sobre la cubierta del barco. La noche sin luna dignificaba la blancura espumosa de las olas. Era medianoche. Ninguno de los pasajeros parecía tener la menor intención de buscar melancólicos deleites a una travesía marina que conocía demasiado bien para encontrar en ella algo distinto a un…
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