La traductora y el orgasmo

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La traductora a la que hace referencia el título es italiana,  y su lengua, a la que tiene mucho cariño, se llama «italiano». El italiano se habla sobre todo en una península que tiene forma de bota (y que comprende Ciudad del Vaticano y San Marino), en unas islas de diferentes tamaños alrededor de ella, y en una parte de Suiza. He dicho «sobre todo», porque los idiomas, ya se sabe, viajan mucho por el mundo a lo largo de la Historia.

Hace un año y medio dicha traductora estaba traduciendo una novela que le encantaba por ser muy contemporánea,  y estaba concentrada sobre la manera de hablar de un niño de diez años, de un hombre llegado al final de la vida, consciente de que está condenado por una enfermedad terminal, y de una mujer que trata de enfrentarse a la pérdida de un ser querido aferrándose a otro cuerpo y a la pasión literaria. Y cuando parecía que la traductora había encontrado el ritmo y que su idioma le ofrecía todas la palabras para dar a conocer a los lectores italianos los monólogos íntimos  de los neuman-portada-hablar-solos_parablogpersonajes de Hablar solos de Andrés Neuman, dio con el siguiente  párrafo en que la protagonista Elena expresa su punto de vista femenino. Y además, su irónico orgullo de humanista:

« Por no sentirme tan acomplejada ante los conocimientos científicos de Ezequiel, le he enumerado los distintos verbos que existen en español para nombrar un orgasmo. En Cuba, por ejemplo, le dicen venirse. Ese infinitivo me gusta porque sugiere un acercamiento a alguien. Es un verbo para dos. Y bastante unisex. En España le dicen correrse. Que supone más bien lo contrario. Despegarse al final, alejarse del otro.

Es un infinitivo para machos. En Argentina le dicen acabar. Suena como una orden. Parece una maniobra militar. Tengo una amiga peruana que lo llama llegar. Dicho así, se vuelve casi una utopía (y muchas veces lo es). Como si estuvieras lejos o te hiciera falta más tiempo. Su marido dice darla. Interesante. Suena a ofrenda. O, siendo pesimista, a un favor que te hacen: ahí tienes. Siendo así, tampoco me extraña que mi amiga no llegue. En Guatemala se usa irse. Eso ya es un abandono declarado. Sólo les faltaría añadir: después de pagar. En otros países dicen terminar. Frustrante.

Suena a que se abre la puerta, te interrumpen y te quedas a medias. En cambio aquí, quizá porque somos de frontera, le decimos cruzar

Eso le pasa a quien traduce de un idioma tan difuso en el mundo.

Me han preguntado cómo lo había resuelto, incluso el autor.

Parlare da soli Andres NeumanDe la manera más sencilla que encontré. Decidí de inmediato que no podía dejar en castellano los verbos que se refieren al orgasmo, porque habría tenido que poner la traducción. En casos come este, eso presupondría una interrupción inutil: Elena no está dando clase de lingüistica, está trasmitiendo su estado emocional. ¿Usar regionalismos,  acudir a la jerga, o limitarme a poner sinónimos de los verbos en uso en Italia «venire, raggiungere, avere  l’orgasmo»? No siempre cabían. Elena  no se conforma con enumerar unos términos, sino los explica.

Entonces, pensé que convenía traducir cada palabra con el significado más cercano a la explicación que les pone al lado Elena.

He vuelto a leer el párrafo y todavía estoy convencida de mi elección.

Y ya que empecé a anotar estas lineas el 8 de marzo, día de la mujer, para concluir me parece bien añadir la pregunta que luego se pone (nos pone) Elena (y le doy gracias a Andrés Neuman por escribirlo): « ¿Habrá lugares donde se nombre el orgasmo de las mujeres? ¿Donde se diga me inundo, me diluyo, me desordeno, me irradio

SILVIA SICHEL

Silvia Sichel

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