EJEMPLO
La serpiente al caballo que acaba de resbalar:
-Aprende de mí. ¡Yo nunca me he caído!
EL ESPANTAJO
El agricultor, desesperado ya de que sus sementeras fuesen devastadas por los voraces gorriones, clavó un espantajo. Al viento los brazos extendidos, como si siempre estuviera dispuesto a atrapar los intrusos, el espantajo ahuyentó a los atrevidos gorriones.
Una mañana un gorrión ciego que apenas volaba, saltando a la ventura, se posó en uno de esos temibles extendidos brazos que tanto espantaban a los demás gorriones. Y desde aquella mañana, los gorriones, perdido el miedo al espantajo, volvieron a devorar las sementeras.
Esto puede enseñar por qué se respeta a una tradición, y quién puede ser valiente y capaz de violarla por primera vez.
LA OBRA MAESTRA
El mono tomó un tronco de árbol, lo subió hasta el más alto pico de una sierra, lo dejó allí, y cuando bajó al llano, explicó a los demás animales:
-¿Ven aquello que está allá? ¡Es una estatua, una obra maestra! La hice yo.
Y los animales, mirando aquello que veían allá en lo alto, sin distinguir bien qué fuere, comenzaron a repetir que aquello era una obra maestra. Y todos admiraron al mono como a un gran artista. Todos menos el cóndor, porque el cóndor era el único que podía volar hasta el pico de la sierra y ver que aquello sólo era un viejo tronco de árbol. Dijo a muchos lo que había visto, pero ninguno creyó al cóndor, porque es natural en el ser que camina no creer al que vuela.
ÁLVARO YUNQUE (La Plata, 20.06.1889 – Tandil, 8.01.1982).