Cigüeñas, gaviotas y golondrinas – quinto día

(Crónica de un viaje a Asturias y Galicia, mayo de 2018)

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Oviedo, 22 de mayo de 2018
(Martes del Campo, llamado también Martes del Bollo)

catedral de Oviedo

La primera vez que pensé en visitar Oviedo fue por casualidad, como por casualidad se nos ocurren las mejores ideas y pasan las cosas más importantes de nuestras vidas. Vimos la película de Woody Allen “Vicky Cristina Barcelona”, en la que un fascinante pintor invitaba a las dos protagonistas a pasar un fin de semana con él en Oviedo. La película enseñaba las imágenes de una ciudad deslumbrante, elegante, con su bella catedral y sus calles limpias, un casco histórico castizo, libre de edificios modernos, muchas estatuas y balcones desbordantes de flores sobre la plaza del mercado.
Pensé que iríamos, antes o después.
Y ahora aquí estamos, y otra vez es el azar el que nos permite asistir a una fiesta muy popular en Oviedo, el MARTES DE CAMPO, conocida también como MARTES DEL BOLLO.

En la pequeña iglesia de Nuestra Señora de la Esperanza encontramos unos carteles que explican brevemente el origen de esa fiesta, que todos los ovetenses festejan comiendo un bollo con chorizo al aire libre, en el Campo de San Francisco.
La celebración se remonta a varios siglos atrás. Sus orígenes se sitúan en 1232, año en que Velazquita Giraldez donó sus bienes a la Cofradía de los sastres y a los vecinos y hombres buenos de Oviedo para distribuir entre los más desfavorecidos de la ciudad. A los cofrades que acudían en procesión a la ermita el Martes de Pentecostés se le entregaba, después de la misa solemne, “un bollo de media libra de pan de trigo, torrezno, y medio cuartillo de vino pasado el monte”. Desde entonces esta fiesta se ha consolidado, gracias a la Sociedad protectora de la Balesquida, como una de las celebraciones más tradicionales y antiguas de la capital asturiana.
Después de un paseo por el Campo de San Francisco, seguimos con nuestra visita a la ciudad.

Lo que más me encanta de Oviedo, y una de sus características más peculiares, son las estatuas que la pueblan, casi una en cada plazoleta o rincón: quizás la más famosa es la de la Regenta, en la plaza de la Catedral, que retrata a la protagonista de la novela de Leopoldo Alas “Clarín”, pero también las estatuas que retratan a personas del pueblo, como la lechera o el pescador, tienen su pintoresco embrujo.

La Santa Iglesia Basílica Catedral Metropolitana de San Salvador de Oviedo es una catedral de estilo gótico, que en 2015 fue declarada “patrimonio de la humanidad” como parte del Camino de Santiago. En la parte inferior de la Catedral, destaca la Cámara Santa, una capilla palatina que fue construida por Alfonso II a comienzos del siglo IX cuando reconstruyó la iglesia de estilo prerrománico dedicada a San Salvador y que había sido erigida en el siglo VIII y posteriormente destruida por los musulmanes.
Pero el hombre no vive sólo de arte, y la cocina también es cultura… Decidimos prescindir del bollo con chorizo y almorzamos en una de las muchas sidrerías de la ciudad. Oviedo es, entre otras cosas, la patria de la sidra y no podemos dejar de probarla, después de mirar admirados los camareros que la vierten desde el alto.

Sidra

Cudillero, el mismo día, por la tarde
Viajamos hacia la costa Sur-Oeste de Asturias.


Una pareja de gaviotas danza su “paso a dos”, resbala de repente hasta rozar con una ala la superficie del mar, vuelve a levantarse. Hay marea baja y varias gaviotas descansan en la playa entre los acantilados. Delante de nuestros ojos aparece el pueblo marinero de CUDILLERO, con sus callejuelas estrechas por las que la guía aconseja perderse. Y nos perdimos, subiendo por escaleras empinadas hacia los miradores, descubriendo detrás de cada esquina una fachada de color vivo, un jardín de flores violetas y amarillas cuidado por una anciana señora que lleva un sombrero de paja. Sendas y escaleras se cruzan en una red de mallas estrechas, en las que los pocos turistas seguimos reencontrándonos. La pequeña plaza, inundada por el sol y rodeada de restaurantes en los que se sirve pescado fresquísimo, mira hacia el puerto.
Sería una verdadera lástima dejar este lugar cautivador, si la próxima meta no prometiera ser igual de asombroso: CABO VIDIO, a unos pocos kilómetros del pueblo de Cudillero, es otro paraíso para las aves marítimas, que encuentran refugio entre los farallones y los islotes deshabitados.

Cabo Vidio

CUENTAPASOS: 15602, kilómetros 9,36


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Silvia Zanetto

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Opere dell’Autore:

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Sandrino e lo gnomo

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L’alpino sulla riva del mare

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Ma Francesco dov’è?