“No lo vas a hacer de verdad” —me dice, fingiendo una sonrisa que se deshace en una mueca— “No serás capaz”.
Es una piedra áspera, ovalada, con venas grises. Es demasiado pesada para mí: me cuesta un esfuerzo descomunal levantarla. Con una piedra así podría hasta matarla, a Myrna.
