ASÍ SE DICE: Las comparaciones son odiosas, al parecer

A raíz del fallecimiento del ilustre académico de la lengua Gregorio Salvador, un periódico recogía las palabras de otro miembro de la docta casa en las cuales este último elogiaba el vasto saber lexicográfico de su compañero. El problema es que el redactor de la noticia, hablante nativo de español –a la vista del error, es necesario subrayar este detalle–, escribía lo siguiente: “No había nadie que supiera más de lexicografía como él”. Más que dudoso es que tal frase saliera de la boca del académico, a quien en teoría se citaba textualmente. Sin embargo, es más que posible que el periodista haya sido incapaz de transcribirla bien. 

Huelga decir que, en lengua española o castellana, una comparación de igualdad de ese tipo se forma con los elementos “tanto … como”, mientras que las de inferioridad y superioridad se contruyen respectivamente con “menos … que” y “más … que”. Por lo tanto, en la frase en cuestión las dos opciones correctas en ese contexto serían las siguientes: “No había nadie que supiera tanto de lexicografía como él” o bien “No había nadie que supiera más de lexicografía que él”. En fin, es comprensible tener que aclararle estas cuestiones a un extranjero que aprende nuestra lengua, pero es absurdo, creo yo, tener que ofrecer esta explicación a hablantes nativos, quienes, en teoría, no deberían trabucarse en estas cosas, y menos aún los profesionales que tienen la lengua como su instrumento de trabajo.

Andrés Ortega