No es raro, más bien habitual, escuchar —en debates, tertulias, saraos y demás pandemonios de la cosa audiovisual— a periodistas que sacan a pasear el malhadado dequeísmo. Se escucha hasta de boca de directores de periódicos, lo cual es incomprensible, inaceptable.
Y es que el dequeísmo ya huele, cual cadáver putrefacto o podrida sardina.
Dejen de poner «de», a riesgo de cometer queísmo, y destierren por siempre el dequeísmo, please.