El microrrelato de los viernes: Dos micros de Pedro Antonio Valdez

LA SEÑAL LEJANA DEL SIETE 

El ángel se le apareció en el sueño y le entregó un libro cuya única señal era un siete. En el desayuno miró servidas siete tazas de café. Haciendo un leve ejercicio de memoria reparó en que había nacido día siete, mes siete, hora siete. Abrió el periódico casualmente en la página siete y encontró la foto de un caballo con el número siete que competiría en la carrera siete. Era hoy su cumpleaños y todo daba siete. Entonces recordó la señal del ángel y se persignó con gratitud. Entró al banco a retirar todos sus ahorros. Empeñó sus pertenencias, hipotecó la casa y consiguió préstamo. Luego llegó al hipódromo y apostó todo el dinero al caballo del periódico en la ventanilla siete. Sentóse —sin darse cuenta— en la butaca siete de la fila siete. Esperó. Cuando arrancó la carrera, la grada se puso de pie uniformemente y estalló en un desorden desproporcionado; pero él se mantuvo con serenidad. El caballo siete cogió la delantera entre el tamborileo de los cascos y la vorágine de polvo. La carrera finalizó precisamente a las siete y el caballo siete, de la carrera siete, llegó en el lugar número siete.

EL HOMBRE Y EL ÁRBOL

La tarde del jueves lo había contemplado y sospechó que, de alguna manera, él era ese árbol. Pocas hojas verdes. Maduras. Ramas secas y oscuras. La hojarasca. Todo simbolizaba la vida del hombre. Pero acontecido el tiempo, el árbol floreció de nuevo y la ventura vegetal le fue transferida. Fueron los años del amor. Los hijos. La buena fortuna. Todo pasa y tiende hacia el olvido. Años después quedó seco el árbol para siempre. El hombre morirá mañana, miserable y solo. Entonces alguien –que desconocerá el juego de las relaciones y los símbolos– derribará el árbol. 

Pedro Antonio Valdez (República Dominicana, 1968). Los microrrelatos seleccionados pertenecen al libro Papeles de Astarot.