Hay un afán "inconsciente" en los periodistas —incluso en los llamados redactores— de meter preposiciones cuando no viene al caso y de meterlas trabucadas o no meterlas cuando toca. Un ejemplo de esto —desgraciadamente hay muchos— es el uso y abuso de la expresión grosso modo, que los periodistas (vaya usted a saber por qué) suelen preceder de la preposición a, de, con u otros despropósitos y aberraciones lingüísticas de similar cariz. Lo dicho: revísense lo de las preposiciones, señores periodistas.

Le falta el resalte a «grosso modo», como corresponde al uso metalingüístico.
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