Todas las moscas del Círculo Polar vienen de mis noches de insomnio. Así es como viajan: el viento las lleva de carnicero en carnicero; luego los rabos de las vacas se afanan cuando toca ordeñarlas. De noche, en los bosques del norte, escuchan al alce y al somorgujo... Allí el verano es tan corto que apenas tienen tiempo de contarse las patas. «Tan valientes como un sello cruzando el océano», zumban y suspiran, y enseguida es hora de hacer bolas de nieve, de las grises y pequeñas con piedras dentro.
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Soy el último soldado napoleónico. Han pasado casi doscientos años y sigo batiéndome en retirada de Moscú. El camino está flanqueado por abedules blancos y el barro me llega hasta las rodillas. La mujer tuerta quiere venderme una gallina, y ni siquiera tengo con qué vestirme. Los alemanes van en una dirección; yo, en la contraria. Los rusos van por otro lado mientras se despiden. Tengo un sable de gala. Lo uso para cortarme el pelo, que tiene metro y medio de largo.
CHARLES SIMIC (Belgrado, serbia, 9 de mayo de 1938). Los poemas seleccionados pertenecen al libro “El mundo no se acaba”.
Premio Pulitzer de Poesía 1990
Edición Bilingüe de Jordi Doce (Vaso Roto, 1989)
