Nunca digas nunca.
La soledad es un hada madrina sin varita mágica.
Dos más dos siempre son cuatro. O casi siempre.
Nadie sabe de todo para no saber de nada.
La misa en latín se entendía mejor.
Un crítico es un sedicente hambriento ahíto de sí.
Las teclas son más rápidas que el dedo.
El camino es el camino, aunque los pies se nieguen.
Para madrugar hay que dormir bien. Y viceversa.
La verdad es la verdad, aunque el porquero disguste.
Si todo el mundo tiene título, ¿de qué sirve el título?
Hay demasiados coches para tan pocas cabezas.
«Mañana será otro día», dijo el perezoso dormitando.
Si todo vale, nada vale.

Un gran despliegue de relatos poliédricos que sorprenderá gratamente
a los lectores. Un ejercicio de talento literario e imaginación sin límite
alguno. Una vez que comience por el primero no podrá parar.