En un telediario español hemos escuchado a un periodista que, refiriéndose a las dificultades cada vez mayores que debía afrontar cierto mandatario internacional, decía que “las piezas no empiezan a encajar”. El periodista en realidad tendría que haber dicho “las piezas empiezan a no encajar”, es decir, primero encajaban y en cambio ahora poco a poco dejan de hacerlo. Porque… ¿cómo es posible que no empiecen a encajar las piezas? Hay que negar el verbo “encajar”, no el verbo “empezar”. No se puede lanzar un adverbio de negación y colocarlo en cualquier lugar de la frase, pues se corre el riesgo de provocar malentendidos o incluso frases incomprensibles o carentes de sentido, como la que hoy traemos a colación

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