El haiku no solo emplea una antiquísima métrica determinada (tres versos que suman un total de diecisiete sílabas distribuidas en la siguiente fórmula: cinco, siete, cinco) sino que es un modo concreto (atento, silencioso, asombrado y libre) de estar en el aquí y ahora del mundo.
En esa larga tradición literaria que comenzó hace siglos, en Oriente, se inscriben los doscientos haikus reunidos de Carlos Pintado, en El árbol rojo; doscientos microorganismos poéticos de altísima complejidad en su deslumbrante sencillez. La sabiduría y belleza que condensan alcanzan para construir un universo breve pero lo suficientemente poderoso como para adherirse en la conciencia del lector.
A ustedes, algunos de los que más me gustaron del libro, cuya lectura (por el detenimiento y la atención que exigen) es una forma de resistencia frente a la velocidad que rige nuestras vidas.
No es el camino. Es quien eterno viaja hasta nombrarlo. Sigo las sombras: mis pasos ya resuenan en otro tiempo. Crece la hierba: muy verde es el misterio de la paciencia. También la rama es un sueño del árbol en fuga eterna. La eternidad del insecto en el ámbar, ¿nunca termina?
CARLOS PINTADO (Cuba, 1974). Los poemas seleccionados pertenecen al libro “El árbol rojo” (Ediciones Furtivas, Florida, EE.UU., 2022)

Es grato leer siempre un escritor en Haiku.
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