
Podríamos decir que Ortega y Gasset es, en cierto modo, un filósofo de la premonición. O al menos, algunas de sus obras, leídas hoy, no pueden dejar de sorprender, cual si de acertados vaticinios se trataran. Una de estas obras es La rebelión de las masas, tan válida hoy (o más) que cuando se publicó. Lo que defiende Ortega en su tesis —quien evolucionó de un neokantismo al denominado raciovitalismo (mixtura de improntas varias)—, más allá de un cierto planteamiento elitista propio de su época, no deja de ser un hecho o, si se prefiere, una mera descripción de un fenómeno social imparable. Lo cual no significa que redunde necesariamente en una mayor clarificación dialéctico-histórica.
En todo caso, habría que incidir en la progresiva despersonalización individual y, por ende, social, en beneficio de un todo indeterminado. Más que de igualdad, habría que hablar de igualación.
Por otra parte, el triunfo del seudointelectualismo, que el filósofo preconiza, es hoy más que constatable. El pensamiento se ha estancado en las riberas de la posmodernidad. Lo que se vende por tal no deja de ser un simple sucedáneo, y a veces ni eso.
La cosificación del sillón, podría titularse un buen ensayo de índole sociológica-audiovisual.
De eso, también, habla a su manera Ortega en este libro. Obra aún vigente, a pesar del tiempo transcurrido y a pesar de discrepar en algunos de los postulados del gran filósofo madrileño.

Retratos es un libro de poemas que, a modo de pictóricos lienzos, eternizan el momento pasajero. En él se disecciona, metafóricamente, una sucesión de instantes congelados por siempre sobre el tiempo. Pequeños retazos en remembranza de fugaces sombras preteridas

Un gran despliegue de relatos poliédricos que sorprenderá gratamente
a los lectores. Un ejercicio de talento literario e imaginación sin límite
alguno. Una vez que comience por el primero no podrá parar.