“Hay un verdadero montón de policías”, decía hace poco un periodista en un telediario español. Es un ejemplo de dos hábitos muy amados por los “profesionales” del periodismo: utilizar ciertas palabras sistemáticamente pero sin ton ni son y recurrir sin freno a expresiones coloquiales.
En el ejemplo anterior, “un montón de” es una expresión coloquial y, además, de una imprecisión galopante, inadmisible en un telediario. Podría haber dicho “un gran número”, “una decena”, etc.
Por otro lado, la muletilla “un verdadero+sustantivo” la emplean ya para todo, como refuerzo expresivo, generalmente para hablar de desastres; sólo que, a fuerza de repetirla, acaba por perder toda intensidad y resulta cansina: “un verdadero calvario”, “una verdadera tragedia”…
El problema viene cuando se aplica sin sentido, como en el caso citado. ¿Qué es “un verdadero montón de policías”? ¿Quiere decir que hay veces en las que hay falsos montones de policías, es decir, se dice que hay muchos cuando en realidad son pocos? En este caso es una verdadera expresión sin sentido.

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