(Crónica de un viaje a Asturias y Galicia, mayo de 2018)
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Covadonga, Llanes, Villaviciosa, 23 de mayo
Cada día despertamos más cansados, a pesar de que las vacaciones deberían servir para descansar. Pero hoy por la mañana nos espera COVADONGA (el nombre procede del latín Cova Dominica, o sea “cueva de la Señora”), una pequeña aldea de sólo 58 habitantes, que pero forma parte del PARQUE NACIONAL DE LOS PICOS DE EUROPA y, sobre todo, es importante meta de peregrinación.
La Santa Cueva es donde se encuentra la Capilla Sagrario con la imagen de la Virgen de Covadonga, patrona de Asturias, que según la tradición ayudó a don Pelayo en la victoria de Covadonga, que diezmó el ejército árabe y que legendariamente se considera como el principio de la Reconquista. Del conjunto monumental forman parte también el Monasterio de San Pedro y la Basílica de Santa María la Real de Covadonga.
Todo nos hace pensar en un lugar tranquilo, silencioso, sumergido en la paz religiosa, entre los bosques, perfecto para relajarnos. En cambio, en la explanada frente a la Basílica nos encontramos con un número inesperado de coches y sobre todo autobuses, que apestan el aire con los motores encendidos: grupos de ancianos aburridos que fingen escuchar a su guía y chicos del colegio de todas las edades que se dispersan por dondequiera, se sientan en los peldaños desparramando sus mochilas, latas de refrescos y cazadoras como si todo el espacio les perteneciera. Y yo me doy cuenta de que el olor de los chicos que van a la escuela es igual en todas las lenguas del mundo: sabe a cuadernos estropeados, pastelitos y patatas fritas, tinta y lápices de colores.
Es por casualidad que descubrimos la encantadora aldea de LA RIERA, que forma parte del más conocido municipio de CONGA DE ONIS que, a pesar del puente romano, no tiene demasiado encanto por estar el puente en el medio de la ciudad, entre viviendas y supermercados.
El cielo se hace gris, se levanta el viento. Nos despedimos del mar andando por el paseo de San Pedro a LLANES, luego nos dirigimos a VILLAVICIOSA: aquí nos espera el conjunto monumental de SAN SALVADOR DE VALDEDIOS, una preciosa ermita prerrománica que remonta al siglo IX, junto a un monasterio.
Solo se pueden realizar visitas guiadas y -lo que me divierte mucho de las visitas guiadas en España- las visitas son sólo en español: en nuestro grupo somos nueve personas, de las que tan solo dos son españolas; yo soy italiana, pero entiendo bien el idioma, y también mi marido se las apaña un poco; pero los demás son una pareja inglés y una familia alemana que, según parece, de español no entienden ni “buenos días”, pero la guía sigue describiendo hasta los mínimos particulares mirando a la cara a estos pobres desprevenidos. Hace un frío que pela en el interior de los edificios y ninguno de nosotros está abrigado lo suficiente, sobre todo la señora inglesa que está tiritando. “Yes, it’s very cold” le digo, luciendo mi escaso inglés. Ella me sonríe: hoy he cumplido mi buena acción.
Volvemos al hotel y después de cenar damos un último paseo por Oviedo, esta pulcra ciudad donde el eco de nuestros pasos nos sigue por las calles silenciosas. Saco fotos y grabo vídeo en el intento vano de llevarme conmigo el ángel de estos barrios encantadores. La última sidra, y ya se ha hecho muy tarde…
CUENTAPASOS: 13624, kilómetros 7,97
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Opere dell’Autore:
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