EL MIEDO
Para Juana Canevari y Teresa Videla
La monja enana vive en la cornisa del patio del colegio, donde anidan los murciélagos, debajo del reloj. Cuando murió, la pusieron en un féretro sin tapa, la toca almidonada, los labios entreabiertos y el aire escapándose como de un globo al final de una fiesta. Entre las ramas de la glicina, la monja enana asoma la cabeza y sonríe, los dientecillos afilados.
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