
Contra Heráclito.- No importa que el agua sea distinta si las catedrales de sus orillas son siempre las mismas. «Absalón!¡Absalón!» Es preferible que te maten porque tus cabellos se enreden en los árboles, a ser calvo.Leer más
Contra Heráclito.- No importa que el agua sea distinta si las catedrales de sus orillas son siempre las mismas. «Absalón!¡Absalón!» Es preferible que te maten porque tus cabellos se enreden en los árboles, a ser calvo.Leer más
Yo, la otra
Una disecciona cada palabra y revuelve cada pena como en el aserrín de un peluche viejo mientras vacía copas de vino y piensa: no tengo miedo lo repite hasta que la luz del día aclara sus ojeras.Leer más
DESAMPAROS
Viernes casi medianoche, la casa en silencio, la puerta de su
cuarto entreabierta, mi madre frente al espejo y mi padre de
viaje, ausente, el olor a perfume, su vestido sobre la cama, los
tacos altos, el peine en su pelo tan largo, el lápiz delineando
sus ojos verdes, el rouge colorado en los labios, su mirada
descubriéndome, la sonrisa cómplice y su voz. “Vení, vení”,
mis pies descalzos sobre la alfombra, la muñeca en la mano,
el piyama de felpa.
DESAMPAROS
Viernes casi medianoche, la casa en silencio, la puerta de su
cuarto entreabierta, mi madre frente al espejo y mi padre de
viaje, ausente, el olor a perfume, su vestido sobre la cama, los
tacos altos, el peine en su pelo tan largo, el lápiz delineando
sus ojos verdes, el rouge colorado en los labios, su mirada
descubriéndome, la sonrisa cómplice y su voz. “Vení, vení”,
mis pies descalzos sobre la alfombra, la muñeca en la mano,
el piyama de felpa.