El microrrelato de los viernes: Dos micros de Daniel Bernal Suárez

SOLO SUEÑO

No te preocupes por esas pesadillas, hermano. No creas en lo que cuenta madre sobre el carácter premonitorio de los sueños. Te aseguro que jamás podría hacerte mal. Ni siquiera te guardo rencor porque Dios prefiriese tu ofrenda de cordero a mis humildes vegetales. Ven, Abel, vamos al campo. Quiero contarte una cosa en secreto.

REFLEXIONES ADÁNICAS

Nadie huye del paraíso. Este axioma incontestable ha sustentado la versión que hemos heredado sobre la expulsión de Adán y Eva: como de un paraíso nadie quiere huir, no cabe otra posibilidad que pensar que un demiurgo burocrático, rencoroso, infinitamente aburrido, los haya deportado por una nimiedad. Comerse una manzana. ¿Pero en qué régimen teológico o político cabe imaginar semejante arbitrariedad? ¿Y los ángeles? ¿Por qué no se rebelaron ante tamaña injusticia? Se nos refiere entonces, con prurito de archivero, que ya había existido una rebelión previa y que esos andrajosos ángeles fueron, también, expulsados. Nadie, hasta la redacción del ya ínclito volumen del teólogo y jurista Josef Kovaleshenko, había planteado una hipótesis que no incurriese en reducciones pueriles. En efecto, Kovaleshenko estudió con probidad el asunto, manteniendo el axioma incontestable: nadie huye del paraíso, al que añadió un segundo axioma, ahora considerado de una evidencia, incuestionable: Nadie es expulsado de un paraíso. Ya se imponía a su mente la solución certera, la única que siglos de dogmatismo habían sepultado bajo el horror y la coerción. Si nadie huye de un paraíso, arguyó Kovaleshenko, y nadie es expulsado del mismo, es razonable pensar que el Edén no era ningún paraíso. El análisis minucioso de su arquitectura (diseñado para evitar la fuga, para castigar la permanencia), así como la atención prestada a testigos olvidados y sojuzgados bajo el oprobio de una opinión diferente (multitud de ángeles caídos, hordas de humanos torturados), condujo al teólogo y jurista a lanzar la siguiente hipótesis: el Edén era, al fin y al cabo, un campo de concentración.

DANIEL BERNAL SUÁREZ (Santa Cruz De Tenerife, 1984). Los micros seleccionados pertenecen al libro “Manual de crucificciones”, Ediciones Idea, 2019.